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Tras de esto nos dirigimos juntos a Viena, donde me quedé, fatigado por las cicatrices de las heridas, por los golpes, contusiones y muchas calamidades que soporté en España, y el rey, un poco débil, se fue con sus ejércitos a París. Entonces, reunido un concilio de obispos y príncipes en la basílica de San Dionisio, como acción de gracias porque Dios le había dado fuerzas para vencer a las gentes paganas, dio en predio a su iglesia toda Francia, como antes el apóstol San Pablo y el Papa Clemente (1) la habían ofrecido a San Dionisio (2) para su apostolado. Y mandó que todos los reyes y obispos de Francia, presentes y futuros, obedeciesen en Cristo al pastor de su iglesia. Y que sin su consejo los reyes no fuesen coronados. De nuevo dio luego en predio a la misma iglesia muchísimos dones, ordenando que los respectivos propietarios de cada casa de toda Galia diesen anualmente cuatro monedas de plata para la construcción de la iglesia, e hizo libres a todos los siervos que daban voluntariamente esta cantidad. Entonces, estando junto al cuerpo de San Dionisio, le imploró que elevase sus preces al Señor por la salvación de los que gustosamente daban aquel dinero e igualmente por los cristianos que habían abandonado sus bienes por amor de Dios y en España habían recibido la corona del martirio en las guerras con los sarracenos. Así pues, a la noche siguiente, mientras el rey dormía se le apareció San Dionisio y le despertó, diciéndole:

- He conseguido del Señor el perdón de todos sus pecados para los que, animados por tu consejo y por el ejemplo de tu bondad, en las guerras de los sarracenos en España han muerto o morirán, y para los que han dado o darán dinero para la construcción de mi iglesia, la curación de su más grave herida.

Referido esto por el rey, los pueblos daban gustosamente el dinero de su tan beneficiosa promesa, y quien la entregaba con más gusto era llamado en todas partes franco de San Dionisio, porque por orden del rey quedaba libre de toda servidumbre. De aquí surgió la costumbre de que se llame ahora Francia la tierra que antes se llamaba Galia, es decir, libre de toda servidumbre de gentes extrañas. Por lo cual el franco es considerado como libre, porque se le debe sobre todos los demás pueblos el honor y el poder. Entonces el rey Carlomagno se dirigió hacia Aquisgrán (3) en tierras de Lieja y construyó en dicha ciudad unos baños constantemente cálidos y dotados de agua caliente y fría (4), y adornó dignamente con oro, plata y todos los ornamentos eclesiásticos la iglesia de la Virgen Santa María (5) que allí había edificado, y mandó que se la decorase con historias del Antiguo y Nuevo Testamento, e igualmente que el palacio que también había levantado junto a aquélla fuese pintado con diversas alegorías. Se representaron de modo admirable, pues, las batallas que él mismo ganó en España y las siete artes liberales, entre otras cosas:

A saber, la Gramática, que es madre de todas las artes, por la cual se conocen todos los escritos divinos y humanos, que enseña cuántas y cuáles letras deben emplearse y con qué letra se escribe, y qué letras hay que asignar a cada parte y sílaba, y en dónde hay que poner diptongo, como muestran los dos libros de ortografía que se consideran los primeros entre los demás. Ortografía es la ciencia del recto escribir; pues el griego ortho en latín se dice rectus; graphia , scriptura. Por este arte entienden los lectores de la Santa Iglesia lo que leen; y el que la ignora, ciertamente lee, pero de ninguna manera entiende por completo, como el que no tiene la llave del tesoro y no sabe lo que dentro se esconde.

Allí se representa la Música, que es la ciencia de cantar bien y correctamente, con la que también se celebran y adornan los divinos oficios de la iglesia, por lo que en más estima se la tiene. Con este arte, pues, cantan y tocan los cantores en la iglesia. Quien la ignora, puede ciertamente mugir a estilo de los bueyes, pero no puede conocer los módulos y tonos de la voz. Como el que hace líneas con una regla torcida en un pergamino, así emite su voz. Y se ha de saber que el canto no se ajusta a la música si no se escribe en cuatro líneas (6). Por medio de este arte también David, con sus compañeros, cantó antiguamente los salmos con el salterio de diez cuerdas (7) y la cítara, con las largas trompetas y los címbalos, con el tímpano, el coro y el órgano. Por ella se hicieron todos los instrumentos musicales. Este arte fue creado en un principio por las voces y cantos divinos de los ángeles. Pues ¿quién duda que las voces de los que en la iglesia cantan ante el altar de Cristo, emitidas con dulzura, se mezclan en los cielos con las de los ángeles? Pues el libro de los sacramentos dice así: "Te suplicamos que recibas nuestros cánticos unidos a los suyos" (8), es decir, a los de los ángeles. Desde la tierra hasta los oídos del sumo Rey se eleva la voz de los que cantan dignamente. En este arte se contienen grandes secretos y misterios. Pues las cuatro líneas en que se escribe y las ocho notas en que se contiene, designan las cuatro virtudes: prudencias, fortaleza, templanza y justicia, y las ocho bienaventuranzas con las que nuestra alma se fortifica y adorna.

En el palacio del rey se representa la Dialéctica, que enseña a distinguir lo verdadero de lo falso, a disputar, a tratar de la naturaleza de las palabras, a confundir a los necios, a ser elocuentes a los sabios. Si en ella pones firmemente el pie, no te obligarán a retirarlo.

La Retórica, que enseña a hablar sabia y convenientemente, plácida, pulcra y correctamente. Rhetos (9) en griego significa elocuente. Pues el arte hace fecundo y elocuente a quien lo sabe.

Allí se pinta la Geometría, que es la medida de la tierra; pues la tierra se llama ge en griego; la medida, metros. Este arte enseña a medir los espacios de tierras, montes, valles y mares, las millas y las leguas. Y al que plenamente la entiende, al ver la extensión de cualquier región, tierra, lugar, campo, provincia o ciudad, sabe en cuántas brazas, pies o millas de longitud y anchura puede medirse. Mediante ella midieron los senadores, al construirlas, a Roma y a las demás ciudades antiguas, y los mojones y caminos de ciudad a ciudad, y en otro tiempo midieron los hijos de Israel, con la medida de la distribución, la anchura y la longitud de las tierras prometida. También de ella se valen los labradores, a pesar de su ignorancia, para medir y trabajar las tierras y las viñas, los prados, los bosques y los campos.

También se representa la Aritmética, que trata de los números de todas las cosas. Quien la domina plenamente, cuando ve una torre o un elevado muro, sabe cuántas piedras tienen, o cuántas gotas de agua hay en una vasija, o cuántas monedas en un montón, o cuántos hombres o miles de hombres hay en un ejército. Aunque sin conocerla, de ella se valen los canteros al construir altas torres y murallas.

En la obra real se representa la Astronomía, que es la observación de las estrellas, por la que se conocen los sucesos buenos y malos, tanto pasados como presentes, acaecidos en otras partes, incluso los futuros. Quien plenamente la domina prevé lo que le ha de suceder cuando desea ponerse en viaje o hacer algo grande. Por ella conocieron en Roma los senadores la muerte de los hombres y las guerras llevadas a cabo en territorios extranjeros. Por ella también supieron los Magos y Herodes, al aparecer la estrella, que había nacido Cristo.

Cada una de estas siete artes tiene una hija a ella sometida, o sea un tratado de la misma. La nigromancia, de la que se derivan la piromancia y la hidromancia y el libro sagrado, o mejor execrado, no se representa en el real palacio, porque no se la considera arte liberal. Pues puede saberse libremente, pero no en modo alguno practicarse sin la intervención de los demonios, y por ello se la considera arte espúrea. Lo que se demuestra también con su propio nombre; pues el griego mancia (10), significa adivinación: nigro, negra. De donde nigromancia quiere decir adivinación negra que se lleva a los que la emplean a las oscuras cárceles de los demonios. El griego piros significa fuego; ydros, agua. Por lo que pyromancia significa adivinación por el fuego e ydromancia, por el agua, porque llevan a los que las practican al fuego y a las aguas del averno. De ahí que el profeta Job dice: "Del excesivo calor pasarán a las aguas de nieve". Por lo cual quien quiera que lea este fiel libro de Turpín procure evitarla. Pues el emblema de la nigromancia dice así: Comienza la muerte del alma.

Después de un corto tiempo me fue dada a conocer la muerte del rey Carlomagno de esta manera. Estando en Viena cierto día, arrebatado y extasiado con mis preces ante el altar de la iglesia, al cantar el salmo Dios, ven en mi ayuda, me di cuenta de que ante mí pasaban y se dirigían hacia Lorena innumerables ejércitos de negros soldados. Y cuando todos ellos habían pasado adelante me fijé en uno que parecía un etíope y seguía a los demás a paso lento, un poco rezagado, y le dije:

- ¿A donde vais?
- A Aquisgrán - respondió - nos dirigimos, a la muerte de Carlomagno, cuya alma deseamos precipitar en el infierno.

Y al punto le dije:

- Te conjuro en nombre de Nuestro Señor Jesucristo a que no te niegues a volver a mí al terminar tu viaje.

Luego al poco tiempo, apenas acabado el salmo, comenzaron a pasar de vuelta ante mi altar en el mismo orden. Y dije al último, a quién primeramente había hablado:

- ¿ Qué habéis hecho?

Y contestó el demonio:

- Un gallego descabezado echó en la balanza tantas y tantas piedras e innumerables vigas de sus basílicas, que las buenas obras pesaron más que los pecados. Y así nos arrebató el alma y la entregó en manos del sumo Rey.

Y dicho esto, desapareció el demonio. Y así comprendí que aquel mismo Carlomagno había abandonado este mundo y que, con la protección de Santiago, de quien muchas iglesias había construido, había llevado con razón a los reinos celestiales. Pues yo había conseguido de él anteriormente, es decir, el día en que nos separamos en Viena, que a ser posible me enviasen la noticia de su muerte si le sobrevenía a él antes de mi fallecimiento. Igualmente había conseguido él de mí que le comunicase la mía. Por lo cual, estando aquejado por la enfermedad y acordándose de tan importante promesa, ordenó a un cierto caballero servidor suyo antes de morir, que cuando viere su muerte, me la comunicase enseguida.

Pero ¿qué más? Quince días después de su muerte supe por el mismo mensajero que desde el momento en que regresó de España hasta el día de su fallecimiento había estado constantemente enfermo y que en sufragio de los ya citados difuntos el día mismo en que habían recibido el martirio por amor de Dios, a saber, el 16 de junio, había solido dar todos los años de su vida a los pobres doce mil onzas de plata y otros tantos talentos de oro, e igualmente ropas y alimentos, y que había hecho cantar otros tantos salterios y misas y vísperas; y que había hecho cantar otros tantos salterios y misas y vísperas; y que había abandonado esta vida el mismo día y hora en que tuve yo la visión, es decir, el 28 de enero del año de la encarnación del Señor 814; y supe que había sido enterrado con toda pompa en Aquisgrán en tierras de Lieja, en la iglesia rotonda de la Virgen Santa María, que él mismo había construido; y oí decir que en los tres años antes de su muerte se habían producido estas señales (12): Sucedió, pues, que el sol y la luna se oscurecieron durante siete días antes de su muerte. Que su nombre, a saber, KAROLUS PRINCEPS (11), que estaba escrito dentro en la pared de la citada iglesia, casi se borró del todo por sí mismo. El pórtico que había entre la iglesia y el palacio se derrumbó por completo y espontáneamente el día de la Ascensión del Señor. El puente de madera que afanosamente había construido en Maguncia sobre las aguas del Rhin en siete años, fue totalmente devorado por un incendio. Y cierto día, mientras él marchaba de un lugar a otro, he aquí que de pronto oscureció y que la llama de una gran hoguera pasó velozmente ante sus ojos de derecha a izquierda, por lo que muy asustado y atónito cayó del caballo por un lado y la azcona (13) que llevaba en la mano por el otro. Enseguida le socorrieron sus acompañantes y lo levantaron del suelo con sus manos. Así, pues, creo que ahora participa de la corona de los antedichos mártires, cuyos trabajos sabemos que compartió con ellos.

En este ejemplo se da a entender que quien una iglesia construye se gana el reino de Dios, es arrancado, como Carlomagno, a los demonios y colocado en el reino celestial por intercesión de los santos cuyas iglesias levantó.

(1)

San Clemente I, papa(¿92-102?), también llamado Clemente Romano; fué el tercer sucesor de San Pedro y de él se conserva la célebre Epístola a los fieles de Corinto, que escribió en griego.

(2)

San Dionisio, según Gregorio de Tours (Historia Francorum, I, 30), envaido a la galia bajo el emperador Decio (249-51) y obispo de París, murió mártir. Luego se le identificó con Dionisio el Areopagita, convertido por San Pablo (Hechos de los Apóstoles, 17, 34) y se le creyó apóstol de la Galia y obispo de parís en el siglo I. Su martirio se supone, con el de dos compañeros, en Montmartre (mons martirum). En el lugar de su sepultura edificó una basílica Santa Genoveva (siglo V) y surgió después la abadía de Saint-Denis.

(3)

Aquisgrán está junto a la frontera germano-belga cerca de Lieja. La estirpe de Carlomagno procedía de Heristal en la misma región.

(4)

Hasta el Silense llegó, probablemente Egenhardo (Vita, 22), la fama de estas termas de Aquisgrán por las que tanta afición sentía Carlomango, pues al tratar de su venida a España y de su retirada sin conquistar Zaragoza, le atribuye a haberse dejado corromper por el oro musulmán y a su anhelo de deleitarse en tales baños.

(5)

Esta basílica era, según Eginhardo (Vita, 17 y 26), una de sus dos principales obras (la otra el puente de Maguncia en el Rhin) y para ella hizo llevar columnas y mármoles de Roma y Rávena. Por sucesivas ampliaciones y transformaciones ha venido a ser hoy la hermosa catedral de Aquisgrán. La construcción del palacio la menciona también Eginhardo (22).

(6)

Alude a la polémica que suscitó la práctica de la notación musical diastemática, que comenzó por referir las letras o neumas indicadoras de las distintas notas a una sola línea; pero pronto se emplearon cuatro, cinco, seis y aun más líneas. Este fué el origen de la moderna pauta o pentagrama. Pero en el siglo XII parece que había una pugna entre los partidarios de usar una sola línea y los que preferían la pauta de cuatro líneas, y a esta discusión de los teóricos mediaevales de la música se alude aquí. Con ella se relaciona la cuestión de si la copia hecha por el monje de Ripoll Arnaldo de Monte en 1173, con pauta de una sola línea, pudo ser tomada del actual Codex Compostellanus que la tiene de cuatro.

(7)

Salterio: Instrumento músico de cuerdas pulsadas; era de forma triangular como la cítara antigua y se tocaba con un plectro.- Címbalo: Instrumento de percusión compuesto de un par de placas circulares de bronce, cuyo centro abombado en semiesfera está fijado a una empuñadura de cuero.- Coro: se ha dado este nombre a dos instrumentos musicales distintos. En el siglo IX se denminó "choro" a una especie de cítara de tres o cuatro cuerdas, desprovista de caja de resonancia, como la lira, y que tenía la forma de una D. En la misma época designóse con igual nombre un instrumento compuesto por un depósito de aire, de piel, de forma esférica, adherido a tubos de estaño. Uno de ellos servía de embocadura para la insuflación del aire en el depósito esférico y el segundo, provisto de agujeros, terminaba en forma de pabellón. El depósito de aire parecía en algunos modelos rodeado de una envolutra de estaño dispuesta entre los dos tubos, de manera que al vibrar la piel producía una sonoridad particular según se soplaba más o menos fuerte.

(8)

Esta cita está tomada del prefacio común de la misa.

(9)

Retos está seguramente por "orador".

(10)

Esta etimología es errónea, pues nigromancia, a través del latín necromantia, deriva del griego, palabra comupuesta por "muerto" y "adivinación". La nigromancia es, pues, el arte supersticioso de adivinar lo futuro evocando a los muertos.

(11)

Lo mismo dice Eginhardo (Vita, 31) quien da la inscripción del sepulcro la cual iba con su imagen en un arco dorado sobre el túmulo.

(12)

Estos cinco "prodigios" y otros más los da también Eginhardo (Vita, 32) y de él proceden seguramente.

(13)

Azcona, ver Libro V, capítulo VII, Eginhardo dice jaculum.