(1)


Como rayo del sol de la justicia
de los doce el primero en la milicia
logra el primero campo de victoria
y el primero su parte de la gloria.

Una revuelta la crueldad del rey
Azuza contra la cristiana grey,
y Santiago a la gloria es elevado,
por sentencia de Herodes degollado.

De la tierra entre siete sustrajeron
su cuerpo y hasta Jaffa lo trajeron,
y allí una nave por azar hallando,
se embarcaron el cuerpo custodiando.


Esta nave con carga tan sagrada,
por la divina mano gobernada,
al puerto de Iria llega por las olas,
en las últimas playas españolas.

Con días de bonanza navegando,
salmos e himnos proféticos cantando,
al séptimo, bañado en luz y unción,
descansan en el puerto del Padrón.

Por tanta gloria, ¡oh milagroso encanto!,
el propio sol con sus rayos el santo
cuerpo por el celeste espacio lleva
desde Iria a donde su iglesia hoy se eleva.


"De los dos ríos" bien pueden llamar a
Iria por el Ulla y por el Sar,
o por la piedra villa del Padrón;
mas otras gracias de ella ya no son.

Pues los siete discípulos, llorosos,
se alejan tierra adentro cautelosos
en busca de un recóndito lugar
donde el Apóstol puedan sepultar.

Y a distancia de doce a quince millas
de la mar, y del Sar en las orillas,
por indicios divinos lo encontraron,
y allí el cuerpo piadoso sepultaron.


En un arca marmórea ya sepulto
con sus exequias, van a un monte inculto
a destruir con el favor divino
a un dragón muy pestífero y dañino.

El demonio a la cruz no le hace frente
y revienta partido por el vientre.
y con agua bendita rociado
el monte, Sacro fue y es hoy llamado.


Y el que antes Ilicino se llamaba,
que a cometer pecados convidaba,
ya consagrado como el sol está
y hospitalario mucho fruto da.

Y apenas a unos toros se acercaron,
su virtud éstos experimentaron;
pues perdiendo la furia que tenían,
al yugo por sí mismos acudían.


Tras esto la divina voluntad
Tres quedar deja por comunidad,
Y de los otros la navegación
Guía, testigo el Papa San León.

Constrúyese una iglesia en el lugar,
Sobre la tumba ponen un altar,
Y aquí de todo el mundo hay concurrencia
Y a las preces de todos asistencia.

Aquí el remedio está de los dolores,
Aquí hallan el perdón los pecadores,
De Cristo los milagros aquí vemos,
Loor y gloria a Cristo siempre demos.

Aquí de tres testigos el favor
De Cristo viene para suma gloria,
Por quien hemos logrado la victoria,
Paz en la senda y en la patria honor.


(1)

Estas lecciones en verso acerca del martirio y traslación del Apóstol, siguen la narración de los capítulos I y II del Libro III, resumiéndola, pero con algún detalle nuevo. Las estrofas en latín son, como el poema precedente, de cuatro decasílabos yámbicos con rima bisilábica átona por los general. El P.David opina que pudieran estar destinados a servir de lectura en el oficio del 30 de diciembre y que su autor, el maestro Panicha, sería, sin duda, un gallego que se inspiró en la famosa carta del papa León.